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Exhibición virtual de experiencias comunitarias de Transición Energética Justa > reportaje > Un proyecto familiar que cultiva energía y esperanza en Cuba

Un proyecto familiar que cultiva energía y esperanza en Cuba

En un contexto marcado por desafíos económicos y el bloqueo de Estados Unidos, un proyecto familiar en Cuba está desafiando las dificultades y sembrando un futuro más sostenible a través de las energías alternativas. «Agricultura Sostenible de Semillas», reconocido por Sensatez con el premio a la Innovación Social en la categoría «Energía», nos invita a conocer su inspiradora historia a través de las palabras de José Antonio Guardado, su líder.

¿En qué consiste el proyecto «Agricultura Sostenible de Semillas»?
José: El proyecto busca promover la economía circular y el uso eficiente de la energía a través de dos vertientes: Biogás y Agricultura Urbana. Implementamos en zonas rurales la construcción y uso de biodigestores para producir gas combustible a partir de materia orgánica. Además, enseñamos a las familias en las ciudades a cultivar alimentos en patios y huertos urbanos, utilizando técnicas sostenibles y energías renovables.

¿Qué impacto ha tenido el proyecto en las comunidades?
José: Más de 4.000 familias han sido beneficiadas, mejorando su calidad de vida al tener acceso a energía limpia, alimentos frescos y capacitación en técnicas sostenibles.

¿Cómo se ha logrado el éxito del proyecto en un contexto tan complejo?
José: El éxito se basa en un enfoque integral, donde no solo entregamos tecnología, sino que ofrecemos acompañamiento y formación a las familias. Además, contamos con un equipo comprometido y apasionado por la sostenibilidad, y trabajamos en conjunto con el gobierno y otras organizaciones locales.

¿Cuáles son los planes a futuro del proyecto?
José: Buscamos expandir nuestro alcance llegando a más familias en diferentes regiones de Cuba. Además, queremos diversificar las tecnologías explorando nuevas opciones de energía renovable como la solar y eólica, y fortalecer la educación ambiental para crear conciencia sobre la importancia de la sostenibilidad y el cuidado del ambiente.

¿Qué mensaje nos deja la historia de este proyecto?
José: Nos enseña que, incluso en las circunstancias más difíciles, es posible construir un futuro más sostenible y equitativo. Es un llamado a la acción para que todos, desde nuestras diferentes capacidades, contribuyamos a la transición energética y a la creación de un mundo mejor.

Cuando la tecnología entrelaza sus hilos con la sabiduría ancestral, gestada y conservada en los círculos de palabra, emerge desde las comunidades un relato inspirador para la implementación de sistemas fotovoltaicos, las cosechas de agua de lluvia, los biodigestores, la reutilización de materiales y la construcción de autonomías con el fin de forjar un futuro  energético más justo que fortalezca el buen vivir.  

A lo largo de la historia, las comunidades han compartido su vida con fuentes de energía como la biomasa, evidenciando la íntima interacción entre la energía solar y la materia orgánica en huertos leñeros, viveros y sistemas agroforestales. Cuando el sol y la luna no solo son testigos, sino protagonistas vitales para la siembra y el crecimiento, la conexión ancestral impulsa los conocimientos propios a que se transmitan en mingas y convites para la construcción de energías comunitarias.

La dimensión comunitaria se forja como esencial en este trayecto hacia la transición energética justa porque a través de intercambios, mingas y acciones conjuntas, las comunidades, organizaciones y grupos de mujeres y jóvenes construyen un tejido social que contribuye a afrontar las crisis sociales y alimentarias derivadas de la crisis climática y los impactos del modelo extractivo. Es en este contexto y desde lo colectivo donde se destaca la importancia de visibilizar que los conflictos socioambientales derivan del modelo energético dominante que se manifiesta en represas, infraestructura vial, extractivismo, minería y monocultivos, entre otros. 

En el horizonte de la justicia socioambiental y climática, la transición energética justa aborda aspectos cruciales como economías locales, diversidad cultural y dinámicas territoriales. Se resalta la importancia de que las apuestas por las autonomías motiven la participación juvenil, propicien la creatividad, fomenten el diálogo entre el campo y la ciudad, y generen reflexiones sobre la defensa territorial y la construcción de una vida digna, incentivando así una vida sabrosa.

Las energías comunitarias se postulan como un medio idóneo para promover y fortalecer el trabajo colectivo, construir autonomías territoriales, diversificar las fuentes de generación de energía, abrir una discusión por alternativas a la dependencia a los combustibles fósiles y facilitar la transición hacia un sistema energético  más democrático y justo. Desde estas comunidades, se gestan modelos diversos para la propiedad colectiva y la soberanía, para las políticas públicas y las regulaciones, presentando propuestas ante los retos financieros, las necesidades de cara al mantenimiento y réplica de las iniciativas, los esquemas de financiamiento y la necesidad de apoyo gubernamental.