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Área de Transición
Energética Justa

  • Autoabastecimiento energético
  • Cambio de patrones de uso y consumo energético
  • Relaciones que integran diversos usos de la energía

Comenzamos a ver la energía desde una perspectiva diferente, no como una herramienta para aumentar el consumo, sino para reducir el consumo de energía proveniente del exterior o del sistema energético tradicional. Esto desafía al sistema industrial y económico de la energía, proponiendo, en su lugar, la autonomía energética.

El cambio de patrones implica que no solo obtenemos energía de fuentes externas, sino que también podemos ser productores de nuestra propia energía, utilizando tecnologías que construimos nosotros mismos. Por ejemplo, utilizamos deshidratadores que hemos fabricado en comunidad, un alambique que nos permite transformar plantas medicinales en medicina y alimentos a través de  aceites esenciales para cuidar nuestra salud y la de las plantas. Producimos abonos orgánicos a partir de nuestros propios desechos, cerrando los ciclos de consumo y residuos, tanto humanos como animales. Tenemos una vaca y una yegua, cuyos desechos utilizamos como insumos para abonos, al igual que los residuos del bosque, como ramas y material orgánico producto de la poda natural.

En este cambio de patrones, entendemos que la energía no es solo la electricidad o la que proviene de la red, sino también la energía humana y la que obtenemos de los alimentos. Además, la energía se manifiesta cuando nos reunimos en colectivo, generando transformaciones a través de la voluntad y el esfuerzo común. Por eso, creamos redes y colectivos que promueven cambios no solo a nivel familiar, sino en nuestros territorios y comunidades.

Un ejemplo de ello es nuestra participación en la red de consumo consciente y responsable, donde promovemos el consumo informado, preguntándonos de dónde provienen los productos que consumimos y si podemos fabricarlos de manera consciente y sostenible. Al fortalecer el consumo local, reducimos la huella de carbono y las emisiones de gases de efecto invernadero, al no depender de productos externos que implican transporte y otros recursos.

También producimos nuestro propio abono y reutilizamos desechos, tanto humanos como animales, como recursos energéticos valiosos. Lo que muchas veces se considera basura, lo aprovechamos, y con ello cambiamos los patrones de uso de la energía.

La finca donde vivimos, que antes era solo potreros con 4 hectáreas en relictos de bosque nativo, ahora es un espacio con 10 hectáreas en proceso de restauración y  reforestación, bosques comestibles y huertas comunitarias, gracias a la labor de transformación en busca de crear habitares sostenibles y paisajes resilientes.

Hemos implementado diversas tecnologías, como un horno eficiente de leña, una estufa de leña, y un sistema de baño compostero. Utilizamos desechos orgánicos de la cocina, microorganismos del bosque y estiércol de los animales para nuestros sistemas de compostaje. En el manejo del agua, tenemos círculos de plantas comestibles, que filtran las aguas grises de la cocina, duchas y lavamanos, utilizando plantas como el plátano y el banano para este proceso.

El deshidratador eficiente que usamos fue construido con una nevera reciclada, con un termostato que mantiene una temperatura estable de 40 ºC, ideal para preservar el material vegetal. Esto nos permite deshidratar sin consumir mucha energía, utilizando materiales reciclados.
Implementamos un alambique de 200 litros, que permite la obtención de aceites esenciales de plantas medicinales, utilizando una estufa eficiente de leña alimentada con ramas secas caídas del bosque leñero. Esta estufa permite la sostenibilidad del proceso de producción de aceites, al funcionar de manera eficiente conservando el calor y demandando poca leña en el proceso.

Hace casi 10 años vivíamos en Bogotá y decidimos cambiar radicalmente estilo de vida; Decidimos acudir al llamado de la naturaleza. El que se convirtió en nuestro nuevo hogar era la finca del abuelo y luego del padre de Felipe, mi compañero. El abuelo fue quien le inculcó el amor por la naturaleza. Por mi parte, mis padres eran del campo, y tuvieron que migrar a la ciudad desde muy jóvenes. Así que hay una memoria campesina fuerte y latente que despertó en nosotros.

Después de vivir en la ciudad la crisis civilizatoria, reflexionamos sobre cómo hacer algo desde nuestro pequeño mundo para ayudar a este planeta. Aunque en ocasiones nos sentíarnos pequeños para resolver problemáticas ambientales, sociales y culturales tan grandes, decidimos, dar el primer paso para ayudar de alguna manera, cambiando los hábitos propios, aprendiendo a construir estilos de vida sustentables, respetuosos y amorosos con la naturaleza, con la vida y la biodiversidad.

Por eso decidimos venir al campo, a aprender a leer la naturaleza, a escucharla y ver qué necesitaba para volver a ser abundante en su piel y seguir siendo resiliente. Ella nos enseñó que ya es resiliente, que solo tenemos que dejarla ser. Más bien ayudando a conservar y a cuidar la tierra, el agua y la biodiversidad.

Aprendimos a sembrar en la prueba y error, aprendimos de sistemas agroecológicos, sobre tecnologías apropiadas y hábitos que nos permitieran “El buen vivir” para nosotros y para todas las especies que comparten con nosotros el Silencio Silvestre, nuestro hogar.

Empezamos a reforestar, a aprovechar las palmas nativas como el asaí y el seje. Logramos inventariar más de 470 especies de plantas, aprendimos de aves y primates y ahora sembramos alimento y ayudamos a regenerar el hábitat para más de 200 especies de aves, monos nocturnos, (Aotus brumbacki, mono endémico en estado de amenaza), nutrias, osos palmeros, cachirres, lapas, armadillos, ocelotes, mariposas entre otras especies. Todo esto como parte de un proyecto de vida integral.
El amor por la vida, nos ha permitido transformar 10 hectáreas de potreros impactados por la ganadería convencional en sistemas regenerativos, bosques comestibles, huertas circulares y huertas comunes, pues compartimos la tierra con personas sin tierra para que pongan su mano y energía en la tierra y ella produzca alimento para todas y todos.

Así empezamos a generar una relación diferente con la energía humana, la energía del sol, la energía del alimento, y la energía de la vida.

Hay muchos productos que ya no tenemos que comprar. Por ejemplo, pan, leche, yuca, plátano, papa aérea que reemplaza la papa de clima frío, es decir, ya no tenemos que comprar papa de clima frío. Con la yuca y esta papa hacemos pan y otros platos. Tenemos frutas (casi siempre hay alguna en cosecha como guama, guanábana, mangos, mandarinas, naranjas, papayas, piñas, asai, seje, cacao, bacao, bananos, lulo cocona…), para hacer nuestras bebidas, mermeladas o consumir así no más. Solo con el hecho de no comprar pan estamos ahorrando tal vez 5000 pesos diarios o sea 150.000 pesos al mes además del transporte.

Producimos cacao para la casa que procesamos eventualmente. La leche o la cuajada valen 3000 litro y la cuajada 9000. Son 12.000 menos cada 3 o 4 días. Si tuviéramos que comprarla, al mes serían cerca de 120 mil pesos al mes comprando 2 veces por semana.
Tampoco el abono se compra porque lo fabricamos. Un bulto de abono puede costar 10 mil la bolsa de 10 kilos. Es una cantidad significativa de dinero que se ahorra en abono, en alimentos y ahora también en medicina, pues usamos los aceites esenciales (casi no nos enfermamos, la vida del campo y alimentarse sano, nos hace sanos y fuertes). No pagamos por deshidratar nuestros productos. Al deshidratar la cúrcuma y la flor de Jamaica o las aromáticas garantizamos su conservación y facilitamos la comercialización de excedentes. La factura de la luz sube entre 5 mil y 6 mil pesos al mes, si deshidratamos dos veces al mes.

Hacemos semilleros de plantas de semillas que compartimos con la comunidad. No compramos las semillas y no tenemos que comprar las plántulas tampoco. Estos son algunos ejemplos no más.

Personas beneficiarias de la experiencia
  • 405 familias al año
  • 235 Mujeres
  • 170 Hombres
  • 25 niños y niñas (entre 0 y 12 años)
  • 15 adolescentes y jóvenes (entre 12 y 18 años)
  1. La conservación y la regeneración, no solamente del paisaje y los ecosistemas sino también del SER, definitivamente es uno de los logros mas importantes. Comprender cómo somos tierra, agua, aire y fuego en nuestro propio cuerpo, genera un cambio de consciencia que nos permite actuar en coherencia con las dinámicas naturales que nos rodean. Esto es hermoso porque nos sincroniza de una forma orgánica y perfecta con todo lo que está afuera y adentro de nosotros.
  2. El poder compartir la experiencia en procesos educativos a través del arte. Contrar nuestra alegría y ser la voz de la Madre Monte nos ha permitido tocar el corazón de muchas personas que se han ido del Silencio comprendiendo que cada uno de nosotros es el Guardián del Bosque, y que también uno conserva la memoria del bosque en su interior. Este mensaje deja la inquietud en nuestros visitantes y en la comunidad local de generar transformaciones en su propia vida y hábitos.
  3. La mitigación del cambio climático es un impacto inminente, pues la implementación de tecnologías para crear habitares sostenible, el manejo responsable de las aguas residuales y los desechos, la construcción autónoma de la energía y del alimento, no solo tienen un impacto en lo local sino que también abona a los esfuerzos en varios lugares del mundo por disminuir los impactos negativos ambientales que se han producido hasta ahora.
  1. Hasta ahora, el principal obstáculo quizás ha sido el no contar con suficientes recursos para fortalecer los procesos de educación ambiental y cultural y así poder llegar a muchas más personas, en especial a jóvenes y niños que serán los futuros guardianes del planeta.

Las mujeres en el equipo de trabajo tenemos roles fundamentales en la organización, pero también en la materialización de las ideas y sueños. La fuerza de las mujeres, la energía del amor y la perseverancia que permite llevar a buen término los proyectos sin desfallecer, imprimiendo toda la energía posible hasta sacarlos adelante. Esa es la energía femenina, inagotable y convertida en el corazón de la experiencia.

En la asociación Guacaviva, que también articula con los procesos del Silencio Silvestre, la mayoría somos mujeres. Las personas que colaboran en el proyecto son 3 mujeres. Mujeres de Cumaral Biodiversa, mayoría mujeres biólogas con quiénes realizamos actividades en el Silencio Silvestre orientadas hacia la conservación, monitoreo e investigación de la biodiversidad del Piedemonte llanero.

Como familia y organización hacemos parte de distintas redes como la RedBioCol, la RENAF y la Mesa de Energías Comunitarias. En la renaf se realiza un proceso de incidencia política a nivel nacional para el reconocimiento de la Agroecología dentro del plan de política pública en el gobierno actual y el reconocimiento del Campesino como sujeto de derechos. Por otro lado, con la RedBiocol y la MEC, se trabaja desde hace más de un año en el reconocimiento de las Energías Comunitarias, como metodologías, procesos y experiencias que las comunidades desarrollan desde hace muchos años, y brindan soluciones concretas a las problemáticas ambientales y climáticas actuales. Las Energías Comunitarias, esperamos que pasen a ser parte del plan de Transición Energética Justa del plan de gobierno actual.

También existen otros ejemplos a nivel local, como el Festival del Agua que plantea a través de espacios académicos, del arte y la cultura, alternativas de relacionamiento respetuosos con el agua y la tierra, invitando a su cuidado y protección, reconociéndonos como territorios de agua e invitando a oponerse al ingreso de proyectos minero extractivos en el territorio. Este es un acto de autogobernanza que genera una incidencia política.