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Área de Transición
Energética Justa

  • Autoabastecimiento energético
  • Eficiencia energética
  • Cambio de patrones de uso y consumo energético
  • Relaciones que integran diversos usos de la energía
  • Acceso a la energía para comunidades locales

En el Colegio Panamericano, desde hace tiempo se ha trabajado en la creación de espacios verdes que mejoren el ambiente escolar, rodeado de cemento y ladrillo, y que además brinden tranquilidad mental y visual a la comunidad académica. Como parte de este esfuerzo, se ha instalado un gran jardín vertical en las rejas periféricas del colegio, en la parte interna, y un mural en la parte externa.


A partir de esta iniciativa, nació la Huerta Escolar Semillitas Panamericanas, un proyecto que amplía la visión de los espacios verdes e impulsa el cultivo de alimentos y plantas medicinales. Su objetivo principal es involucrar a toda la comunidad académica en el proceso de siembra y cosecha, fomentando la conciencia sobre el origen de los alimentos y promoviendo el autoabastecimiento y la eficiencia energética al reducir la necesidad de comprarlos.

Este proceso ha permitido que los estudiantes amplíen su perspectiva y desarrollen sensibilidad hacia la vida, el cuidado del entorno y la responsabilidad compartida. Ha sido un camino exigente, lleno de dedicación y esfuerzo, que sigue en constante evolución con el propósito de sensibilizar a todos los miembros de la comunidad.

El trabajo con los estudiantes es continuo y permanente. Inicialmente, se conformó un grupo de Vigías Ambientales, que luego evolucionó en Amigos de la Huerta. Estos estudiantes dedican tiempo y esfuerzo al mantenimiento del huerto y a la educación de sus compañeros, transmitiendo sus conocimientos en sesiones de trabajo organizadas en jornadas alternas.

Además, se han llevado a cabo diversas jornadas en las que familias de la comunidad han participado activamente, trasladando plántulas y semillas a sus hogares, lo que ha dado lugar a pequeños cultivos familiares y ha fortalecido el acceso de las comunidades locales a fuentes de energía renovable y sostenible.

Nuestra huerta es pequeña y se extiende a lo largo de los andenes que bordean la reja perimetral. Sus dimensiones son 40 cm de ancho, 90 cm de alto y 7 metros de largo. Para su construcción, hemos utilizado madera reciclada y llantas que sirven de soporte para los muros. El mantenimiento se realiza día de por medio, con la participación de los estudiantes Amigos de la Huerta, el personal de servicios generales y las madres de los estudiantes del Aula de Apoyo. Nos organizamos en turnos para que cada grupo forme parte activa de las experiencias y aprendizajes que surgen al trabajar en la huerta.

En el colegio existe un jardín vertical que cubre las rejas perimetrales, separando el espacio público del área de descanso de los estudiantes. Sin embargo, este jardín se encontraba abandonado, ya que su mantenimiento requiere un trabajo constante y exigente, y nadie se estaba haciendo cargo de su cuidado.

Un día, conversando con uno de mis estudiantes, me contó que en su conjunto residencial tenían una huerta. Su historia me inspiró a recuperar ese espacio olvidado. Tras aquella conversación, el niño me puso en contacto con la persona que lideraba el proceso en su conjunto residencial. Ella nos visitó en el colegio, observó el estado del jardín y me invitó a conocer su huerta comunitaria.

Durante mi visita, comprendí la importancia de contar con un espacio así dentro del colegio. Además de sus múltiples beneficios ambientales, fomenta el trabajo en equipo, la solidaridad y el sentido de comunidad. Desde entonces, me propuse mantener activa la huerta y convertirla en un espacio de aprendizaje para los estudiantes.

Desde los más pequeños, todos han tenido la oportunidad de aplicar en la huerta los conocimientos teóricos que reciben en las clases de ciencias. Actualmente, un grupo de estudiantes se está capacitando en su cuidado y mantenimiento. En los tiempos de contrajornada, muchos de ellos prefieren venir al colegio para trabajar en la huerta en lugar de quedarse en casa sin hacer nada o pasar el tiempo en el parque hasta el inicio de su jornada escolar.

Toda la comunidad está involucrada. Las madres del Aula de Apoyo—espacio que recibe a niños, niñas y jóvenes en condición de discapacidad—también tienen su lugar de trabajo y cuidado dentro de la huerta. Los vigilantes, conscientes de la importancia de su conservación, colaboran organizando la ubicación de bicicletas y motos, además de contribuir al riego frecuente.

Gracias al apoyo del Jardín Botánico  y de vecinos exalumnos interesados en las actividades que realizamos, hemos logrado organizar jornadas de siembra, cosecha y recolección de semillas. También hemos promovido espacios para el consumo de las verduras cultivadas en la huerta y entregado semillas y plántulas a familias de la comunidad. Así, la huerta sigue creciendo y extendiéndose más allá del colegio, convirtiéndose en parte de los hogares de nuestros estudiantes y del resto de la comunidad que forma la familia Panamericana.

Personas beneficiarias de la experiencia
  • 10 familias
  • 8 Mujeres
  • 2 Hombres
  • 15 Niñas y niños y 25 Adolescentes

La implementación de la huerta ha tenido un impacto significativo en la economía, ya que ha reducido la necesidad de comprar ciertos alimentos. Esto no solo me ha beneficiado a mí, sino también a las familias que han creado sus propias huertas en casa, logrando un ahorro en sus gastos diarios.

  1. La participación de mujeres ha sido clave para que los estudiantes más jóvenes sigan su ejemplo y comprendan la importancia de la siembra.
  2. La gestión comunitaria se fortalece a medida que los vecinos del colegio encuentran en la huerta un espacio para compartir sus experiencias y dejar su huella, simbolizada en semillas que darán vida a nuevas generaciones y quedarán como improntas en la memoria de cada estudiante.
  3. La sensibilización sobre el cuidado y la conservación ambiental es un pilar fundamental en el proceso que desarrollamos en nuestra huerta escolar.
  1.  La obtención de herramientas de trabajo
  2. La aceptación del uso de un espacio dentro de las limitaciones de tamaño del colegio
  3. La adquisición de semillas.

Las mujeres que han participado en nuestra huerta han contribuido significativamente a transformar la percepción de los estudiantes sobre la obtención de alimentos saludables. Entre ellas se encuentran madres de algunos alumnos, así como integrantes del equipo de servicios generales y vigilancia, quienes, con su dedicación y cuidado en los momentos en que no estamos en el colegio, han asegurado el crecimiento de las plantas y el riego esencial para su supervivencia.