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Exhibición virtual de experiencias comunitarias de Transición Energética Justa > Meritoria 2023 > Tochua: Apuesta por el cultivo del vínculo territorial

Tochua: Apuesta por el cultivo del vínculo territorial

Área de Transición
Energética Justa

  • Cambio de patrones de uso y consumo energético
  • Relaciones que integran diversos usos de la energía

Hacia el año 2018 surgieron otras huertas en Ciudadela Colsubsidio, en donde se realizaban jornadas de transformación de los residuos orgánicos a partir de las pacas digestoras Silva. Reconociendo la alta capacidad de tratamiento de este sistema, la posibilidad de aprovechar otro tipo de residuos, y la gran capacidad de convocatoria comunitaria se tomó la decisión de llevar lo aprendido en estos espacios a Tochua. Para finales del 2019, y tomando lo aprendido, se construyó un molde de 80 cm3 que permitió realizar jornadas con nuevos integrantes y evidenciar potencialidades y dificultades del proceso. 

Durante los meses que duró el confinamiento a causa del Covid-19, la huerta acogió a muchas más personas, quienes encontraron allí una alternativa de salud y bienestar mental frente a las dificultades atravesadas por la pandemia. Gracias al apoyo de los nuevos integrantes, construyeron un molde de mayor capacidad que, si bien permitió continuar con la elaboración de las pacas, por su peso se dificultaba levantarlo una vez prensado el material.

Paralelamente, habilitaron un cajón en donde se permitía que los vecinos dejaran entre semana los residuos, sin embargo, decidieron deshabilitarlo, dado que empezaron a evidenciar rastros de roedores y moscas debido a la mala disposición. Desde ese momento, acordaron que únicamente recibirían los residuos durante las mingas, logrando una mayor cohesión con las y los vecinos.  Al evidenciar la gran acogida que ha tenido el espacio para la comunidad, vieron la importancia que genera poner a disposición alternativas de manejo y uso de los recursos, así como su impacto local y distrital.

La huerta Tochua es un espacio de 800 m2, localizado en un corredor ambiental colindante a un conjunto residencial y a una cerca viva. Allí, han dispuesto alrededor de 15 camas de cultivo, delimitadas con ecoladrillos, en donde realizan la siembra, cosecha y abono de variedades de hortalizas, leguminosas, frutales, plantas medicinales y ornamentales. Cuentan con dos sistemas aprovechamiento de residuos orgánicos domésticos: la descomposición aeróbica se realiza por medio del vermicompostaje, el cual se fundamenta en la transformación de la materia orgánica, a partir de la acción de las lombrices; y la descomposición anaeróbica se fomenta a partir del prensado del material orgánico por medio de pacas digestora Silva. En ambos sistemas, se requiere del uso de material seco (restos de poda, hojarasca, pasto, etc.), el cual es recolectado manualmente del parque colindante, o a veces, con el apoyo del operador encargado de la poda en la localidad. 

Cada sistema requiere de infraestructura que ha sido diseñada y construida por las y los integrantes de la huerta, utilizando materiales y herramientas autogestionadas para el espacio o, en otras ocasiones, donada/prestada por vecinos del lugar. Por un lado, crearon un molde plegable de tríplex de 1 m3 de capacidad que les permite elaborar la paca digestora Silva una vez a la semana durante cada minga. Por el otro, cuentan con dos áreas cerradas para el sistema de lombricultivo, que se alimenta aproximadamente cada 20 días, con residuos orgánicos específicos que garantizan el sano y óptimo trabajo de las lombrices. Finalmente, para el desplazamiento hacia la huerta las y los participantes más cercanos se movilizan caminando, mientras que quienes viven en puntos más distantes, usan la bicicleta.

La huerta se concibe como un espacio de participación comunitaria, en donde se fortalecen los lazos sociales a través del diálogo de saberes, la interculturalidad, y el reconocimiento del territorio. Es así como la conservación de la biodiversidad, la defensa de los recursos naturales, y el buen vivir son algunos de los temas que cobran mayor vigencia dentro de su proceso de aprendizaje en la huerta, lo que conlleva a una resignificación de la forma de habitar el barrio y el territorio. Bajo las premisas anteriores, resaltan el impacto comunitario en el cambio de perspectiva a través de las labores prácticas. Semanalmente, las y los participantes rompen con la rutina y comparten una experiencia distinta que les conecta con la naturaleza.

FOTO: Silvia Manrique.
FOTO: Silvia Manrique.

Durante las mingas proponen poner en práctica acciones de respeto, cuidado y protección de la biodiversidad, garantizando un espacio donde puedan reconocerse como parte de la naturaleza y sus diversos procesos de vida. Esto permite afianzar el reconocimiento de las especies de flora y fauna que habitan el territorio, logrando cambios en la forma como son concebidas por las personas. Por ejemplo, procuran mantener una vegetación que atraiga polinizadores, entendiendo su importancia en el ecosistema, en lugar de ver a las plantas de manera productiva. Por otro lado, han logrado la comercialización de algunas cosechas abundantes (ají, uchuva, lechuga mixuna) con la comunidad y emprendimientos locales, lo que les ha permitido recolectar fondos que destinan a la compra de materiales o herramientas necesarias mejorar las labores huerteras.

Personas beneficiarias de la experiencia
  • Familias: 20-25 familias
  • Mujeres: 15
  • Hombres: 6
  • Niños y niñas (entre 0 y 12 años): 3
  • Adolescentes y jóvenes: 2
FOTO: Silvia Manrique.

De acuerdo a lo manifestado por varios de las y los integrantes de la huerta, la experiencia en  Tochua ha transformado principalmente su relación con las formas cotidianas de producción y consumo, las labores del campo para acceder a los alimentos y otros bienes, y las posibilidades de incidir en soluciones que promuevan la generación de sistemas más sostenibles y basados en la circularidad.

Muchos afirman que han reemplazado el uso de bolsas de basura por la producción de abonos orgánicos, y que el uso de recipientes reutilizables para recolectar los residuos les ha permitido hacerse una idea de la importancia de la correcta separación en la fuente y los beneficios que ello genera al disminuir el impacto contaminante que tiene la basura al disponerse de manera convencional. También se han generado reflexiones en torno a las elecciones de compra y acceso a los alimentos, la importancia de resignificar la producción y consumo de especies nativas, y apoyo a las labores agrícolas locales; así mismo se han manifestado cambios respecto al gran impacto energético que genera el desperdicio. 

Por otro lado, se ha incentivado un mayor uso de alternativas de movilidad como la bicicleta y patinetas eléctricas para desplazarse a la huerta.

  1. La huerta es un espacio de reconocimiento y fortalecimiento de las capacidades colectivas, que les permiten vivenciar las múltiples posibilidades de co-creación, y en donde prevalece el ideal de la cooperación en contraposición de la competencia y el individualismo. 
  2. Así mismo, la huerta ha sido el lugar de participación para muchas mujeres, generando conocimientos y prácticas que no solo benefician el espacio, sino que fortalecen la auto-percepción de cada una de ellas desde diferentes aristas. 
  3. Por otro lado, mediante el estudio y la implementación de alternativas para el tratamiento de los residuos orgánicos que actualmente desarrollan en la huerta, que corresponden al vermicompostaje y el uso de pacas digestoras Silva, han incentivado en la comunidad el compromiso frente a la separación de los residuos orgánicos que se generan en sus viviendas. Han adecuado espacios para su disposición y transformación, generando la infraestructura en la que se pueden llevar a cabo dichas actividades, y han realizado jornadas de capacitación para la comunidad en las cuales, se detallan aspectos teóricos de cada proceso y se les invita a participar activamente en los mismos. Esto se traduce en cambios de comportamiento frente a la relación que la comunidad tiene con lo que se considera basura, y frente a los impactos sociales y ambientales que atraviesa la ciudad al disponer todo tipo de residuos en un relleno sanitario. 
  4. Así mismo, la conformación de la huerta y las dinámicas que surgen alrededor de ella han tenido incidencia en el desarrollo de proyectos de investigación por parte de estudiantes de pregrado y posgrado en diversos campos del conocimiento: ingeniería ambiental, ingeniería industrial, arquitectura, trabajo social, antropología, medios audiovisuales, entre otras disciplinas. Gracias al interés de la comunidad, se han generado propuestas para visibilizar la importancia sociocultural y ambiental de las huertas en los contextos urbanos. Por ejemplo, se han caracterizado algunas de las diversas prácticas de manejo que allí se realizan, principalmente en el manejo de los residuos orgánicos domésticos, tipos de cultivos y destino de cosechas, control de plagas y enfermedades; otros proyectos han abarcado la discusión respecto a la multifuncionalidad del espacio en términos de sus beneficios ecológicos y ambientales, sus diversas potencialidades sociales, culturales y pedagógicas, así como sus retos, dificultades y problemáticas
  1. Disponibilidad de agua para riego de plantas: la falta de recursos económicos en la huerta les ha limitado en la generación de un sistema eficiente de recolección de aguas lluvias, así como también para el uso de riego de los cultivos que se encuentran en el espacio. Lo anterior tiene un impacto directo en el rendimiento de las cosechas y en su vulnerabilidad frente al ataque de plagas y enfermedades.   
  2. Susceptibilidad a robo de recursos: Dado que la huerta se encuentra en espacio público, la entrada y salida de personas ajenas al espacio ha generado que en varias ocasiones hayan sido víctimas de hurto de herramientas, materiales, plantas, y hasta de las diversas cosechas que cuidan para el compartir colectivo. Estas acciones generan limitaciones al desarrollar las actividades principales de la huerta, limitando en tiempo el trabajo, duplicando esfuerzos, o a veces deteniendo su quehacer por la falta de alguna herramienta.

Desde sus orígenes, la huerta no fue pensada como un espacio exclusivamente para mujeres, pues se ha considerado un lugar abierto a la participación de cualquier persona interesada en aprender y aportar voluntariamente desde su saber. A medida que se fueron sumando más personas al espacio, se dieron cuenta de que la mayor participación y compromiso era y continúa siendo por parte de las mujeres. Conformamos un grupo con la participación activa de aproximadamente 15 mujeres de diversas edades, cuyo propósito se ha mantenido en la reconexión con la naturaleza, su cuidado y transmisión de estos conocimientos a las actuales generaciones. 

Encontraron que además de ser un espacio para adquirir nuevos saberes, podían conformar un círculo de mujeres cuyo propósito principal era el autoconocimiento, el encontrar un espacio seguro para compartir experiencias en común que quizá no supieran cómo manejar, y claramente, empoderarse desde el saber agroecológico, que además les permite conectar con las plantas medicinales que tienen gran incidencia en ellas, recuperar saberes a través del diálogo intergeneracional, re-conectar con la ruralidad y el campo, y discutir sobre la importancia del cuidado del alimento sano para sus familias y para la tierra.

La conformación de huertas comunitarias dentro de la UPZ 72 de la localidad de Engativá, dentro de las que se incluye la huerta Tochua, al igual que la incidencia de diversas iniciativas socioculturales y ambientales en torno al cuidado y protección de la biodiversidad circundante al humedal Tibabuyes, tuvieron influencia en la asignación de Ciudadela Colsubsidio y El Cortijo como Ecobarrios de Bogotá, declaratoria promovida por la Secretaría Distrital de Hábitat. Con ello, se asigna un reconocimiento a cada una de las prácticas que se desarrollan en el territorio en torno a la educación ambiental y el fortalecimiento de prácticas sostenibles realizadas en el espacio público, las cuales contribuyen a minimizar los impactos generados a los ecosistemas naturales circundantes, y fortalecer la conciencia de cuidado, respeto y protección del territorio, hechos que de manera paralela contribuyen a la adaptación y resiliencia frente al cambio climático.